domingo, 29 de abril de 2012


Maldigo una y otra vez el instante en el que navegando a orillas de tus ojos me engañaste y naufragué en el mar de tu mirada, la forma en que me miras, la forma en que me mientes, la forma en el que me ciego completamente y te creo absolutamente todo lo que dices, tu perfume, ese que me atrae de esa forma sobrenatural. Tu boca, el fruto prohibido por el cual me haría desterrar del paraíso de tu piel. La tibieza de tus manos, esa que me haz de transmitir en cada caricia. Tu lentitud al hablar, que hace que olvide el mundo sólo por escucharte. Tu actitud seductora, esa de la que me río porque no ha de ser necesaria para atraparme en tu red. Tu sonrisa contagiosa, con esa sencillez propia de alguien totalmente despreocupado. La manera en que me miras con desdén y caigo ante tus pies, rendida. Ese cruze de miradas que evitas aún sabiendo que es inevitable, ese choque de energías que producen al instante, ese chispazo que tanto evitamos tratando de que no se avive la llama que habita en nuestras almas y que nos une aún odiándonos. Maldigo el día en que te conocí. Maldigo una y mil veces tu nombre, TE MALDIGO..